domingo, 10 de noviembre de 2013

NUNCA ES TARDE PARA APRENDER






El aprendizaje forma parte de nuestra vida desde que nacemos y hasta que morimos y quizá por eso no solemos prestarle mucha atención de forma consciente. Pero aprender no significa estudiar, sentarse delante de un libro y memorizar conceptos, sino que va mucho más allá.

Nuestra vida se divide en distintos ciclos o etapas. Desde pequeños ya nos acostumbramos a que existe una edad para ir a la escuela, para salir con los amigos, etc. A estas primeras etapas de juventud, de descubrimiento, de cambios, de oportunidades, de ilusiones, e incluso por qué no decirlo, también desilusiones y tropiezos, les siguen las etapas de madurez en las que se supone que nuestra vida está más o menos encarrilada, y ya tenemos una visión de nosotros mismos y de lo que transmitimos a los demás, he incluso de lo que la gente espera de nosotros en cada momento.

Todo lo anterior, es tan sólo una creencia. La vida, de principio a fin, puede ser una aventura de descubrimiento. No tiene sentido que nos privemos de explorar sólo porque nos sintamos un poco mayores, o porque debido a nuestra edad hayan cambiado nuestros hábitos y nuestras prioridades.

El aprendizaje es un proceso gradual que se da durante toda la vida. Muchos piensan que la etapa de aprendizaje se da mayormente durante la niñez y la adolescencia, pero no estoy de acuerdo, desde mi punto de vista los colegios y los institutos son sólo los mecanismos iniciales; el resto depende de uno mismo, y de las metas que cada uno de nosotros sea capaz de marcarse. Mientras se tenga vivo el deseo de aprender, todo es posible.

La capacidad, la atención, la memoria, la lectura y la escritura veloz se mejoran con la práctica. Además, la lectura es la base de posteriores aprendizajes y constituye una importante distinción en el ámbito social y cultural al hablarse de “sujetos alfabetizados y analfabetos”. Los adultos analfabetos muchas veces son discriminados, más allá de la capacidad real que tenga dicha persona. La alfabetización es un proceso sin edad, y cuesta aceptar que cuando hablamos de esto, tenemos que incluir aquí también a jóvenes y adultos. La alfabetización no sólo provee recursos para desarrollar capacidades cognoscitivas para reflexionar, diferenciar, e integrar, es decir, procesos de comprensión de la realidad, sino que desarrolla la autoestima y la valoración de sí mismo, en tanto provee recursos para desarrollar la autonomía y, por tanto, recursos para atreverse a promover para sí y para los demás iniciativas que favorezcan al desarrollo social y humano.

Pensemos que “nunca es tarde para aprender”; y hay que tener en cuenta que siempre estamos aprendiendo, a cualquier edad, en cualquier etapa de la vida, o ¿no es verdad que cuando necesitamos un consejo sabemos que es bueno recurrir a una persona con experiencia, o a un anciano, el cual ha ido aprendiendo de lo cotidiano cosas de la vida muy valiosas que ha aplicado a sus conocimientos?

En definitiva, enseñar y aprender son caras de la misma moneda, puesto que si en algún momento aprendí algo, puedo enseñarlo a los demás, y mientras enseño, puedo aprender.

Entonces, compartamos el conocimiento y animémonos a conocer más.



Porque…

SIEMPRE HAY TIEMPO PARA APRENDER

SIEMPRE HAY TIEMPO PARA EMPEZAR

Y NUNCA ES TARDE, SE TENGA LA EDAD QUE SE TENGA



Para cerrar, como habitual, me gustaría despedirme con dos reflexiones y un refrán:


“Lo poco que he aprendido carece de valor, comparado con lo 
que ignoro y no desespero en aprender."
(Descartes, René)


“Vive como si fueras a morir mañana. Aprende como si fueras a vivir siempre.” 
(Mohandas Karamchand Gandhi)


“El saber no ocupa lugar” 
(Refrán popular)











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