sábado, 14 de diciembre de 2013

LA SOLIDARIDAD - AYUDAR A LOS DEMÁS


¿QUÉ ES LA SOLIDARIDAD?

La solidaridad es uno de los valores humanos por excelencia, y se define como la colaboración mutua entre la personas; como aquel sentimiento que mantiene a las personas unidas en todo momento, sobre todo cuando se viven experiencias difíciles de las que no resulta fácil salir.

Debido al verdadero significado de la solidaridad no es de extrañarse que escuchemos este término con mayor frecuencia cuando nos encontramos en épocas de guerra o de grandes desastres naturales. De este modo, gracias a la solidaridad es posible brindarle una mano a aquellos que resultan menos favorecidos con este tipo de situaciones.

La solidaridad es un acto social, una acción que le permite al ser humano mantener y mantenerse en su naturaleza de ser social. Resulta fundamental fomentar y desarrollar la solidaridad en todas sus aristas, no sólo en momentos de guerra o desastres naturales, sino que será fundamental de aplicar cuando alguno de nuestros seres queridos, ya sean amigos o familiares, tengan algún problema en el que nuestra ayuda o compañía sean un aporte para mejorar en cierto modo la situación.

Con lo anterior, no es de extrañar que la solidaridad se comporte como la base de muchos otros valores humanos o incluso, de nuestras relaciones sociales más valiosas, como la amistad. En este sentido, nos permite sentirnos unidos a otras personas en una relación que involucra sentimientos necesarios para mantener el funcionamiento social normal. En términos más generales, puede incluso permitirle al hombre sentir que pertenece a determinado lugar, en otras palabras, permite desarrollar sentimientos como los de pertenencia a cierta nación, manteniendo a los ciudadanos de un mismo lugar a luchar juntos por un mismo motivo o trabajar unidos para lograr una misma meta.

Las personas que practican actividades de voluntariado viven durante más tiempo que aquellas que no lo hacen, eso sí, siempre y cuando sus motivos sean ayudar a los demás. Según un estudio publicado hace poco en la revista “Health Psychology” que también reveló que los voluntarios que optan por ayudar por "satisfacción personal" o para "sentirse mejor consigo mismos" no obtienen ningún beneficio sobre su salud. Sara Konrath y sus colegas de la Universidad de Michigan (EEUU) llegaron a estas conclusiones tras trabajar con 10.000 sujetos de diferentes edades y comprobar que en un plazo de 4 años las posibilidades de sobrevivir eran un 3% superior entre aquellos que practicaban el voluntariado. Konrath atribuye este aumento de la longevidad a que al preocuparnos por los demás “se desactiva las respuesta de estrés del organismo y se liberan hormonas como la oxitocina que restablecen la función fisiológica normal”.

Personalmente, creo que tiene sentido el que vivamos más si ayudamos a los demás. Durante mi vida he procurado ayudar a los demás sin ningún interés, porque nunca sabes cuándo vas a necesitar de alguien. Y que mejor recompensa que un "Gracias" de una persona que no conoces y no tienes interés personal alguno. Además, imagínate un día que salgas de viaje con tu familia y sufras un percance en medio de la nada; y de pronto una persona voluntariamente llegue a prestarte esa ayuda o, mejor aún, que esta persona te diga haberte conocido cuando hacías tú trabajo voluntario y te reconoció al pasar por allí y tuvo la confianza de pararse a ayudar.




PUNTO DE VISTA CIENTÍFICO


Me gustaría incluir, al respecto, la siguiente información desde un punto de vista científico:

La clave de la solidaridad no está en nuestro “corazón”, ni en las ganas de compartir, sino en la amígdala cerebral. En esa pequeña estructura del cerebro, de la que también brotan emociones como el miedo o la rabia, está el origen de la personalidad solidaria. 

La investigación, dirigida por Masahiko Haruno del Instituto de Neurología de la Universidad de Tamagawa (Japón), está publicada en la revista “Nature”. En ella se distingue entre los individuos pro-sociales (aquellos que prefieren maximizar los recursos para sí mismos siempre que el resto disponga de los mismos medios) y los individualistas (los que optan por tener más recursos sin pensar en los demás).

La forma en la que las personas prefieren dividir los recursos entre ellos mismos y otros es una característica estable de la personalidad. 

Para averiguar de qué modo optamos por una u otra actitud, el equipo dirigido por Masahiko Haruno puso en marcha una serie de experimentos. Los resultados mostraron que a las personas pro-sociales no les gustaban los escenarios injustos y respondían de forma acorde mientras que las decisiones de las personas individualistas no se veían influidas por lo justa/injusta que fuera la situación. Los investigadores descubrieron que la actividad en la amígdala del cerebro difería entre estos dos grupos, con una mayor actividad en las personas pro-sociales que mostraban aversión a la desigualdad.

El hallazgo descarta las teorías anteriores que sostenían la existencia de una respuesta automática egoísta, que considera el beneficio de uno mismo, y que es el córtex prefrontal el que controla ese impulso y nos convierte en individuos solidarios.



Para cerrar, como habitual, me gustaría despedirme con tres reflexiones:


“Sé útil primero a los demás, si quieres ser útil a ti mismo”
(Séneca)


“En lugar de ser un hombre de éxito, busca ser un hombre valioso:
lo demás llegará naturalmente”
(Albert Einstein)


“Comienza a manifestarse la madurez cuando sentimos que
nuestra preocupación es mayor por los demás que por nosotros mismos”
(Albert Einstein)



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